# EE. UU. El perro siempre será el mejor amigo del hombre:
lo lleva escrito en los genes.
El cerebro de los
canes les permite reconocer caras y detectar el olor de su dueño. Esta
fragancia provoca una respuesta de recompensa que, gracias a su genética, se
traduce en movimientos de cola y lengüetazos. Puedes comprarte un canario, un
hámster o un gato, pero ninguno de ellos demostrará la misma alegría que un
perro cuando llegues a casa. Tanto los movimientos de su cola como los lengüetazos
que dedica a su dueño son el resultado de su evolución genética y del
funcionamiento de su cerebro. Un reciente estudio de un neurocientífico de la
Universidad de Emory en Estados Unidos ha revelado que un área del cerebro de
los canes les permite reconocer rostros de forma similar a lo que ocurre en
primates. Pero este nuevo hallazgo no es el único que convierte a estas
mascotas peludas en el perfecto compañero. El mismo investigador, líder del
Proyecto Perro, ha demostrado que los canes pueden discernir el olor de su
dueño y que produce una respuesta de recompensa en su cerebro más fuerte que la
causada por la fragancia de otro perro o un humano extraño. De ahí que se
pongan tan contentos cuando regresa a casa. Además, sus genes tienen bastante
que ver en su efusiva reacción. Los lobos también lamen el rostro y el cuerpo
de sus compañeros para comunicarse con ellos, en función de la relación que les
une. La especie tiene un ancestro común con los perros, aunque las dos líneas
evolutivas se separaron hace más de 10.000 años. Aunque aún comparten
costumbres, los canes (domesticados por el hombre) se han vuelto más confiados,
por eso se muestran más cariñosos incluso con extraños. La agresividad de los
lobos es en parte debida a su miedo y desconfianza.
Fuente: Cienciaxplora 08/08/2015
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