Opiniones
Un amigo Periodista me envió este artículo que Publicó el Diario Rio Negro, que quiero compartir con Uds.
"Se acerca el fin de la temporada de pesca deportiva 2009/2010. La oportunidad es propicia para reflexionar en torno a la norma que regula dicha actividad recreativa, para aprovechar los meses de receso y, quizás, animarse a reflexionar.
El reglamento que aplican las provincias patagónicas y la Administración de Parques Nacionales en sus respectivas jurisdicciones adolece de un defecto fundamental que lo convierte en lo contrario de lo que debería ser: una guía de disposiciones para ordenar una grata actividad que tiene innumerables seguidores y que debe favorecer una relación amigable con la naturaleza.
Vamos al grano: dicho reglamento establece rigurosos preceptos que en la práctica convierten los salmónidos en especies protegidas. Pero como se trata en realidad de exóticos introducidos, que además son voraces y prolíficos, resulta que esa norma favorece su incidencia negativa sobre los ambientes donde se han instalado, que son la mayoría de nuestros ríos y lagos patagónicos.
Lo que pasa debajo del agua, aunque no se vea con facilidad, es similar a lo que ocurre en tierra con las especies exóticas introducidas, sean ellas animales o vegetales. Si la especie invasora es más fuerte o hábil que las nativas y no tiene depredadores naturales, termina extendiéndose y dominando su entorno.
Eso sucede con las truchas. Los pioneros que trajeron los primeros salmónidos lo hicieron de buena fe e ignorando el efecto que producirían. El resultado fue un retroceso de las especies de peces locales y una incidencia notable sobre la vida silvestre acuática y vecina a los cauces y espejos de agua. Lo grave es que todavía se siga sembrando alevinos pensando que está bien.
Este efecto, digamos ecológico, sería una de las tantas cosas de las que debemos ocuparnos los argentinos para mejorar, si no fuese que se ha convertido, por la acción humana al dictar el reglamento y hacerlo aplicar, en un factor que provoca conductas indeseadas: abuso de autoridad por parte de quienes deben hacerlo cumplir y desobediencia por parte de quienes deben respetar las leyes.
Año a año las normas protectoras de los salmónidos en el reglamento van siendo incrementadas: devolución obligatoria, limitación en el número de ejemplares que se pueden extraer, anzuelos sin rebaba y otras por el estilo. Todas ellas equivocadas y copiadas de reglamentos extranjeros donde las truchas son nativas y deben lógicamente ser protegidas.
Estamos ante un caso curioso de dependencia ideológica y cultural. En algunos estados norteamericanos –no en todos– las truchas son protegidas para evitar que su pesca provoque desequilibrios con las otras especies cuya cadena trófica integran. Aquí deberíamos utilizar el reglamento para ayudar a controlar las especies exóticas e invasoras y no al revés, como ocurre.
En los últimos años se ha instalado con mucha fuerza la "pesca y devolución" (catch and release), al punto de configurar una verdadera imposición, por cierto carente de fundamento científico pero no por ello menos apabullante. La propaganda a favor de devolver los peces es abrumadora, participando en ella la casi totalidad práctica de los programas y publicidades, amén de la prédica de presuntos amantes de la naturaleza que no se han puesto a pensar este tema específicamente con la información necesaria para plantearlo con seriedad.
Se ha llegado al extremo, pues la cosa toma ribetes autoritarios, de denunciar a un famoso chef que nos deleita por televisión con sus exquisitas recetas porque ¡pescó una trucha y la cocinó!
Hay que parar la pelota y, como dijimos al principio, ponerse a pensar. Informarse y plantearse los temas en clave nacional, pensando en lo que realmente necesitamos, y actuar en consecuencia.
Las truchas son una plaga y hay que tratarlas como tal. Además, pescarlas es maravilloso por el desafío y sutileza que implica. Ellas devuelven esa dedicación con un combate que muy pocas otras especies brindan.
Parques Nacionales ha avanzado en la consideración de esta cuestión hasta un punto, pero no pasa de ahí. Ha admitido que son exóticos que dañan el ecosistema y los considera un "recurso económico", pero los sigue protegiendo reglamentariamente. Hay que entender que si lográramos hacer descender la cantidad de truchas que infectan ríos y lagos patagónicos, algo difícil que ocurra pescando sólo con cañas, tendríamos mejores ejemplares, porque el forraje natural en parte se reconstituiría y estarían mejor alimentadas.
Pero, claro, hay que animarse".
(*) Periodista
1 comentario:
Bueno, este planteo merece al menos discutirse... es verdad que hay muchas incongruencias y contradicciones en el reglamento de pesca de salmónidos. Por un lado dice que son especies introducidas, y por otro dice que en tal lugar hay que devolver todo lo que se pesque, y en otro se puede sacar un pez de más de cierto centimetraje. Con las truchas pasa algo que no es tan evidente con otras especies, por ejemplo el dorado, que es un remoto pariente de los salmónidos del Hemisferio Norte. Hay una interferencia elitista que nada tiene que ver con las ciencias naturales. Por eso estos temas hay que discutirlos con muchos elementos concretos en la mano, y que hablen los que saben porque han estudiado. Me vino bien saber que alguien se ocupada de esto. Gracias por publicarlo. Roque Iparrraguirre.
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